sábado, 24 de noviembre de 2018

MOOC #EduEmocionalMooc 

Reto 4. Tarea II. METÁFORA





«Cuando plantas una lechuga, si no crece bien no echas la culpa a la lechuga. Intentas encontrar las razones por las que no está creciendo correctamente. Puede que necesite fertilizante, o más agua, o menos sol. Nunca le echas la culpa a la lechuga. Sin embargo, cuando tenemos problemas similares con nuestros amigos o familiares solemos echarles la culpa. Pero si sabemos cómo cuidar de ellos, crecerán bien, como la lechuga. Culpar al otro no tiene ningún efecto positivo, y tampoco lo tiene el intentar persuadir usando razones o argumentos. Esa es mi experiencia. No culpar, no razonar, no argumentar, solo comprender. Si comprendes, y demuestras tu comprensión, puedes amar, y las cosas pueden cambiar».
Thich Nhat Hanh


El tiempo que nos toca vivir es un tiempo en el que todo lo que acontece transcurre de un modo vertiginosamente rápido. Vivimos en un mundo visual, accedemos a la información de un modo rápido, buscamos la solución a nuestros asuntos de manera rápida, hacemos muchas cosas que compartimos visualmente porque en ese ritmo frenético advertimos que necesitamos de algún modo la atención de los demás. 

Pasando de puntillas, no nos damos cuenta que este modo de vida de lo inmediato no nos deja ver lo importante y gratificante que resulta la dedicación. Dedicar el tiempo para educar nuestra capacidad de atención que lleva a la comprensión, de generosidad para desarrollar el cuidado y el amor, tiempo para conocernos y contribuir a la creación de un mundo mejor. Necesitamos ejercitarnos en el trabajo de una capacidad que no entiende de ritmo, sino de reflexión y dedicación.


Cuando en un problema culpamos al otro, solo creemos lo que vemos, es rápido y cómodo, es una respuesta física que no requiere esfuerzo, ni compromiso, y por tanto no requiere tiempo para pensar, reconocer, ni comprender. Después nos damos cuenta que esta postura no es efectiva.

Ayudar a crecer a las personas nos implica pensar, buscar y procurar los “nutrientes” que necesitan para ello. La educación de la mirada, la escucha, el respeto y la responsabilidad desde el acompañamiento y el cariño es necesaria para lograr educar una actitud que busca la comprensión como modo de interpretación del mundo. Necesitamos para ello graduar nuestras gafas de ver y limpiar nuestros oídos, pero también necesitamos poner ritmo al tiempo, para mejorar nuestra capacidad de percepción y comprensión de la realidad y así, responder de manera adecuada.



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